
Casa Caridad Valencia es una asociación mutualista, sin ánimo de lucro, que lleva casi 120 años ayudando a las personas sin hogar y en riesgo de exclusión social en Valencia. Entrevistamos a Elena Sánchez, primer mujer presidenta en los 119 años de historia de Casa Caridad. Notaria de profesión y voluntaria activa desde 2010, ha ocupado distintos cargos de responsabilidad dentro de la organización, primero como secretaria, luego como vicepresidenta primera, y desde abril de 2025 como presidenta.
—Háblanos sobre los principales datos de Casa Caridad en 2024. ¿Disponéis ya de cifras avanzadas de 2025?
—El año 2024 fue especialmente intenso para Casa Caridad. Atendimos a más de 5.000 personas a través de nuestros distintos programas. Destacaría dos datos: el 53 % de las personas atendidas en 2024 fueron mujeres, que arrastran realidades duras y complejas: maternidad en solitario, violencia, problemas de salud mental o discriminación estructural, entre otros. Y el segundo es que un tercio de quienes acuden a Casa Caridad son menores. Niños y niñas que nacen y viven en exclusión desde su infancia, sin acceso garantizado a educación, alimentación o afecto.
En 2025 las cifras siguen creciendo, especialmente en el área de ayudas de emergencia y apoyo a familias. El encarecimiento de la vivienda y de los productos básicos continúa empujando a muchas personas a pedir ayuda por primera vez. Además, tras la DANA que afectó gravemente a varias comarcas valencianas, Casa Caridad puso en marcha un Plan de Ayudas a los afectados, recaudando 5,8 millones de euros, de los cuales ya se ha ejecutado en tiempo récord más del 92%. Los fondos se han destinado principalmente a:
- Electrodomésticos, mobiliario y material sanitario (32%), más de 5000.
- Rehabilitación y alquiler de viviendas (22%)
- Apoyo a pequeños negocios (31%)
- Becas de estudio y formación (5%)
- Movilidad y transporte (2%)
- Servicios de emergencia y equipamiento (5%)
—¿Qué perfiles de personas atendéis? ¿Han cambiado en los últimos años?
—Sí, han cambiado notablemente. Hace años la mayoría de las personas que acudían a Casa Caridad eran hombres sin hogar, en situación de exclusión crónica. Hoy, en cambio, atendemos —como ya he mencionado— a muchas mujeres, familias con hijos, personas solas e incluso trabajadores con empleos precarios que no llegan a fin de mes. La nacionalidad mayoritaria de las personas que ayudamos es la española. La pobreza no es ajena ni lejana. Cada vez afrontamos más casos de personas con una salud física y emocional gravemente deteriorada. El resto de las personas que atendemos proviene principalmente de Latinoamérica (Venezuela, Colombia…), seguidas de Europa del Este, siendo cada vez menor el número procedente del norte de África.
—¿Qué programas o servicios ofrecéis?
—Somos mucho más que un comedor social. Casa Caridad es una entidad profesionalizada que busca la recuperación integral de la persona. Ofrecemos atención social, alojamiento temporal, alimentación, educación infantil, formación para el empleo, ayudas monetarias directas y apoyo psicológico y sanitario. Detrás de cada atención hay escucha y mucho cariño. Todo de manera gratuita y gracias a la sociedad valenciana, que confía en nuestro modelo independiente, profesional, moderno, aconfesional, apolítico y profundamente humano. Colaboramos con las administraciones, pero nuestro modelo se sostiene sobre una base privada que garantiza agilidad, cercanía y sostenibilidad. Nuestra Comisión Ejecutiva, todo de reconocido prestigio, actúa de manera voluntaria y garantiza la transparencia y el buen uso de cada euro.
—¿Habéis notado un incremento en las peticiones de ayuda a pesar de la mejora macroeconómica?
—Absolutamente. Aunque los indicadores macroeconómicos hablen de crecimiento, la pobreza se ha vuelto más invisible y estructural. La inflación, el precio de los alquileres y la precariedad laboral hacen que muchas familias que antes se consideraban “clase media baja” ahora necesiten apoyo puntual. Personas con trabajo que no pueden afrontar los gastos de vivienda o alimentación. Ya no hablamos solo de exclusión social, sino de vulnerabilidad cotidiana. El reparto quincenal de carros con alimentos, productos de higiene y artículos de primera necesidad ha pasado de 70 carros diarios el año pasado, a más de 100 en la actualidad.
—¿Cuál es el modelo de atención social de Casa Caridad?
—Nuestro modelo se basa en tres pilares: acogida, acompañamiento e inclusión. No nos limitamos a cubrir necesidades básicas; queremos que cada persona recupere su autonomía. Apostamos por una atención personalizada, evaluando cada caso con trabajadores sociales y psicólogos, y ofreciendo itinerarios adaptados que pueden incluir formación, vivienda o apoyo laboral. Además, mantenemos un contacto permanente con los servicios públicos y otras entidades sociales, porque creemos que solo en red se puede salir realmente de la exclusión.
—¿Cómo es el proceso cuando una persona llega a Casa Caridad pidiendo ayuda?
—El primer paso es siempre la acogida: escuchar sin juzgar. A partir de ahí, nuestro equipo de trabajo social realiza una valoración integral de la situación personal, económica y emocional. Si se trata de una urgencia —por ejemplo, falta de techo o alimento— actuamos de inmediato. Después iniciamos un seguimiento individualizado, con objetivos concretos para recuperar la autonomía: formación, búsqueda de empleo, gestión documental o acceso a vivienda. Nuestro éxito se mide en historias de personas que logran empezar de nuevo.
—¿Cómo pueden colaborar los trabajadores de Unión de Mutuas con Casa Caridad?
A nivel personal, cualquier trabajador puede hacerse socio desde solo 10 euros al mes a través de nuestra web casacaridad.com, o participar como voluntario en alguno de nuestros programas. Esta misma entrevista es para nosotros una gran ayuda: nos permite sensibilizar a la sociedad y visibilizar nuestra labor.
—¿Cuál ha sido el momento más gratificante desde que asumiste la presidencia? ¿Y el más duro?
—El más gratificante es, sin duda, cuando una persona que fue atendida vuelve para darnos las gracias o incluso se hacen donantes. Eso significa que el círculo se ha cerrado y que la ayuda ha dado fruto. El más duro fueron los días posteriores a la DANA. Ver familias enteras que lo habían perdido todo fue devastador. Pero también fue esperanzador comprobar la respuesta de la sociedad valenciana: la solidaridad fue inmensa.
—En 2026 cumpliréis 120 años. ¿Cómo será la Casa Caridad del futuro?
—Estamos trabajando en un Plan Estratégico 2026-2030 que combina innovación social y sostenibilidad. Queremos ser una entidad moderna, ágil y preparada para los nuevos retos: innovación, digitalización, especialización de centros y atención a la salud mental. En 2026 celebraremos nuestro 120 aniversario con un programa especial de actos, pero sobre todo con el compromiso de seguir siendo un referente en solidaridad en la Comunitat Valenciana.
—Casa Caridad siempre da a los más vulnerables lo que necesitan, pero ¿qué necesitáis vosotros de la sociedad y las instituciones?
—Necesitamos estabilidad y compromiso. Las entidades sociales no podemos depender solo de la buena voluntad; requerimos financiación estable y apoyo institucional para poder planificar a largo plazo. A la sociedad le pedimos empatía y participación. Que nadie mire hacia otro lado. Todos podemos hacer algo: donar tiempo, recursos o simplemente difundir nuestra causa. Una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más frágiles. Por eso nuestra nueva campaña “Ayudar no es tontería”, al contrario, es lo más serio que se puede hacer.








